EXAMEN DE CINTO.
Al
final de los años 60. un viernes Epi, dijo que el sábado había que madrugar,
iríamos pronto a Madrid. A entrenar dijo él. Llegamos a un gimnasio en un
semisótano, perteneciente a una universidad donde había varios tatamis
instalados y allí se descubrió que era una competición para examen de cinto
negro.
Con el tiempo
reglamentario de permanencia de un año en el grado de marrón y tres años mínimo
practicando judo, durante tres horas semanales, mínimo, se podía optar al
examen de Cinto negro que se dividía en dos partes. Competición y Técnica
La
convocatoria se hacía una vez al años y allí concurrían los aspirantes de toda
la geografía nacional, reuniéndose mas de un centenar.
Sin
tener en cuenta el peso, se formaban ligas de seis aspirantes, de modo que se
hacían cinco combates por grupo todos contra todos. El resultado final del
combate puntuaba así: El Ippon daba 20 puntos. El waza-ari, 17 puntos. El yuko
15 puntos y el combate nulo 0 puntos. La derrota en combate resta 10 puntos y el
mínimo para poder pasar al examen técnico era obtener 51 puntos podía
realizarse en esa convocatoria o en la del año próximo.
El
primer combate, resultó un éxito victoria por Ippon y 20 puntos. El segundo de
nuevo 20 puntos. El tercero derrota y menos 10, el cuarto de nuevo victoria y
20 más, lo que totalizaba 50, solo faltaba 1 punto. Mi último rival estaba como
yo. A falta de un punto y tras un combate agotador, por los cuatro anteriores,
por el asfixiante calor del semisótano y sobre todo por la presión del momento,
resultó un fracaso para ambos. Combate nulo y con un total de 50 puntos, vuelta
a empezar para la próxima vez.
A
veces para completar ligas, sobre todo entre los últimos grupos, había la
posibilidad de reengancharse en una segunda liga para completar la puntuación,
pero el agotamiento era tan grande que era muy difícil ganar en ese segundo
intento.
De
la expedición que partió de Valladolid en el coche, volvimos sin conseguir
ninguno la puntuación para pasar e la fase técnica. Es muy frecuente que en el
primer intento de obtener los puntos, no se consiguieran, nos consoló Epi.
De
modo que había que esperar algún tiempo mas, para poder atar mi primer cinto
negro.
Lo
mejor de aquel viaje fue conocer a D. Roland Burger. Director técnico de la Federación
Española, quien se interesó por la situación del Judo en León y con quien
estuve en contacto desde aquel día.
Entonces
no sabía que tras la muerte de Epi, en accidente de tráfico, él iba a ser mi
maestro y guía en la enseñanza del Judo.
21.05.2020